Cómo contribuye la educación inclusiva al desarrollo de la comunidad
La educación debe ser un entorno en el que todos los niños puedan participar y aprender. Las escuelas, las aulas, los programas y las lecciones deben diseñarse de forma que todos los niños participen activamente. La inclusión hace hincapié en el desarrollo de amistades, relaciones y respeto mutuo entre todos los niños y entre los niños y los profesores de la escuela. Por lo tanto, es importante comprender que la educación inclusiva no se limita a unos pocos niños selectos. No es una preparación que un niño deba alcanzar para ser incluido. Todos los niños están siempre preparados para asistir a las escuelas y aulas ordinarias. Su participación no debe ganarse, sino considerarse un derecho básico.
La educación inclusiva nos impulsa a pensar de forma creativa y hacer de nuestras escuelas un lugar en el que todos los niños puedan participar activamente. Esta creatividad puede implicar que los profesores aprendan nuevos métodos de enseñanza o diseñen lecciones que garanticen la participación de todos los niños. Todos los niños deben ser apreciados y aceptados a lo largo de su vida.
Las prácticas educativas integradoras de éxito abarcan varias características clave. En primer lugar, implica aceptar incondicionalmente a todos los niños en las clases ordinarias e integrarlos plenamente en la comunidad escolar. Se proporciona el apoyo necesario a los niños, los profesores y las aulas para garantizar la participación activa de todos los alumnos. En lugar de centrarnos en lo que los niños no pueden hacer, debemos hacer hincapié en sus capacidades y puntos fuertes. Tanto los profesores como los padres tienen grandes expectativas para cada niño, fomentando una cultura de creencia en su potencial.
Cada niño tiene capacidades únicas y se fijan objetivos educativos individualizados en consecuencia. Esto permite a los niños progresar a su propio ritmo mientras aprenden junto a sus compañeros en aulas ordinarias. Las escuelas y las aulas están diseñadas de forma que faciliten el aprendizaje y el rendimiento óptimos de todos los alumnos, incluida la prestación de atención individual cuando sea necesario. Es fundamental un liderazgo firme por parte de los directores y administradores de los centros escolares. Los profesores deben conocer los distintos métodos de enseñanza para atender a las diversas capacidades y puntos fuertes de sus alumnos. La colaboración entre directores, profesores, padres y otras partes interesadas desempeña un papel importante a la hora de determinar estrategias eficaces para ofrecer una educación de calidad en un entorno integrador.
Los beneficios de la educación inclusiva han sido ampliamente reconocidos. Cuando se aplica bien, permite a todos los niños convertirse en miembros activos de su comunidad, fomentando un sentimiento de pertenencia y preparándoles para la vida tanto de niños como de adultos. Las aulas inclusivas ofrecen mayores oportunidades de aprendizaje, ya que los niños suelen sentirse motivados cuando aprenden junto a sus compañeros.
Al elevar las expectativas de todos los niños les ayudamos a desarrollar sus propios puntos fuertes y habilidades. Todos los padres deben implicarse en la educación de sus hijos, creando una atmósfera afectuosa en la que se respete y valore a las personas con diferentes capacidades y puntos de vista.
En todo el mundo se excluye a los niños de las escuelas a las que pertenecen por motivos de discapacidad, raza, lengua, religión, sexo y pobreza.
Pero todos los niños tienen derecho a recibir el apoyo de sus padres y su comunidad para crecer, aprender y desarrollarse en los primeros años y, al llegar a la edad escolar, ir a la escuela y ser acogidos e incluidos tanto por los profesores como por sus compañeros. Cuando todos los niños, con independencia de sus diferencias, reciben educación juntos, todos se benefician: ésta es la piedra angular de la educación inclusiva.